miércoles, 12 de septiembre de 2007

¿Defendiendo la libertad de expresión?




Quedé bastante desconcertado ayer al observar en las noticias la discusión que se armó en el Congreso debido a una Reforma que piensan hacer sobre los medios televisivos. En efecto, el negocio de los spots publicitarios se les puede acabar.

No estoy totalmente enterado de los recovecos del asunto, pero sé que el punto crucial por el cual se armó el escándalo (al que los medios pusieron más atención que a la reforma en sí) es la remoción del gasto en medios de comunicación durante las campañas presidenciales. Uy, qué malos son, los van a dejar pobres. (que bueno, vía un blog amigo me entero que en un artículo de Olganza, que al parecer fue removido, se dice que en el caso de las cadenas "chicas", el dinero de los partidos políticos representa hasta el 50% de sus ingresos totales, mientras que a gigantes como Televisa no les hace más que cosquillas. Aún así... ¿quién querría perder el 2% de sus ingresos?)

Desde una perspectiva, se puede entender el origen del asunto. Lo que no es admitible es que se juegue así con el mexicano. Que se oculten los intereses, se disfracen de supuesta "libertad de expresión" y "autonomía", e incluso se les llegue a concebir como "mecanismos de la era soviética". Como dice Álvaro Cueva, "no somos tontos, no nos necesitan decir que se trató de un duelo de intereses"

La manipulación de la transmisión también fue alarmante, pues si bien había en el debate personalidades importantes del mundo del periodismo (y otros fantoches), pedir imparcialidad era cuasi imposible. Los periodistas se convirtieron, de una u otra forma, en voceros de los intereses de sus empresas, pese al buen verbo que pudieran haberse echado. Eso sí, las falacias sobraron (je, me hizo mucha gracia escuchar al vicepresidente de la Cámara decir que no son cosas que no les interesan a nadie. ¡Pues claro, si a esa hora todos estamos clavadísimos viendo Ventaneando u otra porquería similar! ¡qué triste México nuestro!)

En fin, no nos debe de tomar por sorpresa la alharaca que se armó, pero hay que estar conscientes de lo que sucede y no dejarnos llevar por los medios. Es una guerra contra la ignorancia (¿o ingenuidad?) de la gente, en la cual todos formamos parte.

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